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Eres el veterinario de urgencias de una Clínica Veterinaria. El fin de semana ha llegado un perro macho de raza Mestiza y de 7 años con lesiones cutáneas y epistaxis.
En la anamnesis, los propietarios comentan que las lesiones de la piel aparecieron hace unos 15 días y que han acudido a consulta por el sangrado nasal.
En la revisión clínica, las lesiones se localizan en la cara, de forma simétrica alrededor de los ojos y en la región dorsal de la nariz. Estas se caracterizan por una dermatitis exfoliativa por la presencia de hiperqueratosis con descamación de escamas blancas. Se observa un deterioro del estado general del animal, mostrando una significativa pérdida de peso (Imagen 1).
Imagen 1: Dermatitis exfoliativa alrededor de los ojos y plano nasal.
(Fuente: Guadalupe Miró. Catedrática del Dpto. de Sanidad Animal. Facultad de Veterinaria. UCM).
Imagen 2: Se aprecian de forma evidente los relieves óseos de las costillas, apófisis espinosas de la columna y la tuberosidad trocantérica del sacro, así como una atrofia muscular generalizada. (Fuente: Guadalupe Miró. Catedrática del Dpto. de Sanidad Animal. Facultad de Veterinaria. UCM).
El raspado cutáneo es normal. En la analítica sanguínea aparece una anemia no regenerativa moderada, leucocitosis (neutrofilia), hiperproteinémia, azotemia renal, y proteinuria en el uroanálisis.
El diagnóstico serológico da un resultado positivo (1/160), y en la Imagen 3 se observa una de las fases del microorganismo sospechoso.
El aspirado de médula ósea presenta una hipercelularidad con una marcada desviación a la izquierda (presencia de numerosos neutrófilos – flecha negra), así como abundantes células plasmáticas (*), algunos eosinófilos, linfocitos y macrófagos (cabeza flecha), con presencia masiva de formaciones intracitoplasmáticas del microorganismo (círculos rojos) causante de la enfermedad (Imagen 4).
Imagen 3: Técnica IFI. (Fuente: Unidad Inmunología Microbiana CNM, Instituto de Salud Carlos III)
Imagen 4: Aspirado de médula ósea. Marcada hipercelularidad citológica caracterizada por la presencia de numerosos neutrófilos, algunas células plasmáticas, linfocitos, eosinófilos y macrófagos. En este último tipo celular se aprecian numerosos microorganismos intracitoplasmáticos. May-Grünwald-Giemsa. 100x
(Fuente: Grupo Español de Citología Hematológica atlas).
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La sintomatología y los resultados laboratoriales hacen sospechar de un proceso parasitario.
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El patógeno identificado fue Leishmania infantum.
La Leishmaniosis es una enfermedad zoonósica trasmitida por mosquitos, principalmente del género Phlebotomus.
Esta enfermedad se asocia a la distribución geográfica de sus vectores flebótomos y está limitada por la misma. Durante los últimos años, el número de regiones que se están convirtiendo en endémicas de Leishmania ha aumentado considerablemente, y ha aumentado también el número de casos en animales y en seres humanos.
En España, en los años 2009-14 se produjo un brote zoonósico de Leishmaniosis en la población de la zona norte de Fuenlabrada (Comunidad de Madrid), debido a una superpoblación de liebres y conejos que favorecían la multiplicación de los flebótomos, y actuaban como reservorio del parásito. Se encontraron formas parasitarias de Leishmania infantum en 40 de las 138 liebres analizadas. En el hombre, el espectro clínico varía desde las infecciones asintomáticas a otras con elevada mortalidad, con tres formas clásicas descritas: visceral (LV), cutánea (LC) y mucocutánea (LMC).
La infección en el perro suele tener lugar por L. infantum, que causan una enfermedad crónica viscero-cutánea en el hospedador (Leishmaniosis canina, LCan). La infección asintomática en el perro está muy extendida y contribuye a mantener la presencia del parásito en zonas endémicas a largo plazo. El perfil clínico y la evolución de la Leishmaniosis es consecuencia de complejas interacciones entre el parásito y la respuesta inmunitaria del hospedador. La evolución de la infección depende de la capacidad de los macrófagos del hospedador de destruir el parásito de forma eficaz.
La serología es el método de diagnóstico más indicado de la Leishmaniosis canina, incluso durante las primeras fases de la enfermedad. En las formas subclínicas, los casos seropositivos se confirman mediante PCR. De entre las diversas técnicas serológicas disponibles, la prueba de inmunofluorescencia indirecta y el enzimoinmunoanálisis son las más adecuadas.