En el Centro de Protección Animal donde trabajas, llegan varios perros recogidos de la vía pública. Uno de ellos procede de un desamparo, porque su propietaria fue traslada al hospital. En la primera revisión de los animales, todos se encuentran sanos, y se procede a realizar el protocolo de vacunación establecido en el centro. Al tercer día, se observa que el animal del desamparo, tiene un comportamiento extraño: apenas ha comido, babea en exceso y está muy agresivo, atacando a cualquiera que se acerque. Al día siguiente, en la revisión rutinaria de todos los animales, el animal aparece muerto.
Video 1: Animal en el chenil del centro de protección animal (fuente: Juan Carlos Ortiz, AVEM)
El examen post-mortem del animal reveló macroscópicamente una congestión del cerebro e histológicamente la presencia de cuerpos de Negri.
Imagen 1:Congestión cerebral (fuente: David Sardón, Anatomopatólogo)
Imagen 2: Microfotografía de una muestra de tejido cerebral teñida con hematoxilina-eosina (H&E). Cuerpos de Negri (fuente: CDC Public Health Image Library (PHIL))
Las lesiones observadas en cerebro, hacen sospechar de un proceso vírico y se propone el siguiente diagnóstico diferencial:
The brain tissue is sent to the Carlos III Health Institute for antigen detection by the direct immunofluorescence method, where the presence of viral antigens of the agent responsible for the process is confirmed.
Imagen 3: Método de inmunoflorescencia directa, esta microfotografía revela la presencia de antígenos virales
El patógeno identificado fue el virus de la rabia.
La rabia es una zoonosis vírica, producida por un virus de tipo RNA lineal monocatenario de la Familia Rhabdoviridae y el género Lyssavirus.
La transmisión del virus se produce, fundamentalmente, mediante la mordedura de un animal enfermo, o cuando su saliva se pone en contacto íntimo con heridas frescas y abiertas. Se calcula un período de incubación de 2 a 8 semanas, siendo en ocasiones de tan sólo 10 días o incluso de 1 año o más.
El período de transmisibilidad de un perro enfermo de rabia comprende desde que empieza a eliminar el virus por la saliva hasta que muere, no siendo este periodo superior generalmente a 10 días. Por lo tanto, los 14 días que la legislación española determina como obligatorios para mantener a un perro en observación, contados a partir de haber mordido, son suficientes para asegurar, si es que el animal sigue con vida, que no ha podido transmitir la rabia mediante esa agresión.
La rabia sigue presente en el mundo, con las dos terceras partes de los países todavía infectados. La mitad de la población mundial vive en zona endémica, y más del 80% de los fallecimientos se producen en zonas rurales con poco o ningún acceso a las campañas de la información sanitaria y a los cuidados tras una mordida.
África y Asia son los continentes con el más alto riesgo de mortalidad humana, con más del 95% de los casos mortales en el mundo. La rabia canina también está menos controlada en estas regiones.
Entre los hospedadores se incluyen un gran número de mamíferos. El perro es el principal hospedador implicado, aunque existen otros hospedadores en función del área geográfica, en Europa es particularmente importante el murcíelago (España), el zorro rojo (Vulpes vulpes), y otros pequeños carnívoros salvajes como el perro mapache en Europa Central y el Báltico.
España dispone del estatus libre de rabia por la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA) en animales en cautividad y silvestres desde el año 1978, a excepción del caso de rabia importado de Marruecos declarado en junio de 2013. Dicho evento supuso la suspensión transitoria durante 6 meses del estatus libre de rabia ante la OMSA.
Eso si, la situación es diferente en Ceuta y Melilla, donde se dan casos importados de rabia en perros de forma esporádica, dada su proximidad geográfica con Marruecos, con el consiguiente riesgo de transmisión secundaria a otros animales susceptibles. Así, en 2021 y 2022 se notificaron focos de rabia canina en Ceuta y Melilla, identificándose transmisión autóctona en el caso de Melilla.
Ante el conflicto bélico en Ucrania, España elaboró un protocolo de actuaciones específico ante la llegada de mascotas desde Ucrania, vigente hasta el 15 de marzo de 2023 para minimizar el riesgo de entrado o diseminación del virus, que actualizaba el plan anterior de 2011.